El barrio debe su nombre a dos hermanos bodegueros de la zona que eran dueños de estos terrenos. Hacia finales de los 1960 decidieron fraccionarlos y venderlos a 30 años con una cuota fija, lo que llevó a que resultaran muy económicos.
El fraccionamiento se dio sobre el predio, hoy delimitado de forma aproximada por las calles Av. Belloni, Carlos Linneo, Frontera, Faros y Firmamento. Desde el inicio, vecinas/os se consolidaron como un grupo unido, quienes construyeron sus hogares en colectivo, ayudándose entre sí.
Según el relato de la vecina Silvia Bonino “mientras construían sus casas con gran esfuerzo, después de trabajar, se reunían en la casa de la familia Monfort con intención de formar una comisión vecinal”. Su asamblea constitutiva fue en 1969 y su personería jurídica data de 1985.
La comisión llegó a tener hasta 54 integrantes, entre titulares y suplentes, a los que se sumaban vecinas/os asociadas/os. Mediante el trabajo colectivo lograron acercar servicios como la luz y el agua, instalando una bomba de agua, de la que hoy en día queda el tanque sobre la plaza, y cuyos costos eran divididos y compartidos por las/os vecinas/os.
Hacia 1972 el barrio ya contaba con un salón barrial que se transformó en una policlínica. Para ello recibió donaciones de medicamentos y la incorporación de técnicas/os y médicas/os de la Intendencia de Montevideo (IM) para la asistencia de las personas, y contando con el trabajo honorario de una vecina, Iracema, que brindaba apoyo para que funcionara.
Hoy en día la policlínica es parte de los centros de salud barriales que dependen de IM, con una fuerte impronta de trabajo comunitario, ofreciendo servicios y actividades enfocadas en la salud y el medio ambiente.
Los comercios y servicios fueron llegando a medida que la zona se poblaba. Mario González, integrante de la comisión vive allí desde 1976, cuenta que los pocos comercios que había tenían precios muy elevados ya que no había competencia y que “en esa época la gente hacía el surtido en el centro antes de volver de sus trabajos”.
Por gestión de las vecinas y vecinos también llegaron más líneas de transporte público, las calles se asfaltaron y se consiguió el alumbrado de las calles.
González comenta que el barrio siempre se caracterizó por la organización vecinal pero a la vez por su independencia, ya que por sus condiciones de accesibilidad con una única salida a la avenida Belloni, se consolidó un sentido de pertenencia muy profundo.
Un espacio para la cultura
En el centro de este pequeño barrio se encuentra la plaza Giraldez en donde se encuentra el local de la policlínica y un salón de uso barrial, que se utiliza para el desarrollo de talleres artísticos y culturales, así como también salón de fiestas.
En 2012 se inauguraron los juegos saludables en la plaza, que se sumaron al espacio de juegos para niñas/os. En 2016 se votó en el Presupuesto Participativo la ampliación de la policlínica con la construcción de un salón de usos múltiples.
Desde hace dos años cuenta con una biblioteca comunitaria que se consiguió a través del Fondo de Iniciativas Juveniles del Instituto Nacional de la Juventud. La biblioteca lleva el nombre de Mario González, integrante de la comisión barrial, y a quien sus compañeras/os decidieron homenajear por su activa participación. Giraldez también cuenta con un grupo de teatro del que participan vecinas/os de la zona y que integra desde niñas/os hasta personas adultas.